El ex secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur en el gobierno anterior explica por qué no sería posible extraer hidrocarburos, y acota otro punto: la falta de inversión de LLA en ciencia y tecnología, algo clave para la soberanía antártica.
Por Gustavo Sarmiento, publicada originalmente en Tiempo Argentino.
En las últimas horas, el mundo sumó un tema más de conflito. Al menos según la información hasta ahora difundida: la posible exploración rusa en la Antártida para extraer petróleo, lo que podría convertirse en la mayor reserva del mundo. Justamente en una región en la que eso está prohibido. Con un agregado: abarca territorio donde la Argentina disputa la soberanía.
Al no poder realizarse explotación comercial en el continente prístino que tiene el planeta (solo se puede lo turístico, con extremos cuidados), la primera data habla de algo con base «científica». De acuerdo a la información filtrada por el diario británico The Telegraph, una investigación científica realizada en la Antártida por el buque Alexander Karpinsky, de la agencia rusa Rosgeo, dio con la mayor reserva reserva de petróleo del mundo.
Estiman que serían unos 511.000 millones de barriles de crudo, lo que supera en diez veces la producción de 50 años en el Mar del Norte, duplica las que tiene Arabia Saudita, y equivale a treinta Vaca Muerta. Las acciones habrían iniciado en 2020, pero se recién se conoció ahora en Gran Bretaña, tras un debate del Parlamento.
La Antártida y el conflicto diplomático
Para la Argentina, no es solo ambiental (es uno de los países más cercanos a esta región), sino geopolítico, teniendo en cuenta que el hallazgo ocurrió en la porción antártica comprendida por el Polo Sur hasta la Península Antártica y el Mar de Weddell, situado en el Territorio Antártico Argentino. Esa franja antártica es reclamada por la Argentina, Chile y Reino Unido. Este último país, incluso, avanza en los últimos años con la idea de extraer hidrocarburos en la cuenca cercana a Malvinas. Y refuerza su presencia militar en la Isla como puerta de entrada a la Antártida.
Hasta este mediodía la información no había sido confirmada por el gobierno de Rusia. Y desde la Cancillería argentina sostienen que enviarán una nota a Moscú para saber si las investigaciones que hizo en el continente helado fueron con fines científicos o hubo exploración petrolera.
Daniel Filmus, ex diputado y ministro de Ciencia, fue también titular de la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de Cancillería en los primeros años de gestión de Alberto Fernández. Con esos antecedentes, se vuelve una voz autorizada para un tema del que por ahora poco se conoce y mucho se especula. Y con un gobierno nacional que en política exterior actúa más por impulsos y afinidades ideológicas extremas (por ejemplo, el acto militar de Javier Milei con los representantes estadounidenses en Tierra del Fuego semanas atrás, haciéndolos parte justamente de la puerta de entrada a la Antártida), la cuestión se vuelve aún más sensible.
El ex funcionario de Unión por la Patria es enfático: en la Antártida la exploración y explotación petrolera está prohibida. Y tampoco hay una fecha límite de caducidad del Tratado Internacional Antártico, como se ha difundido erróneamente en estas últimas horas. Mientras tanto, remarca otro hecho poco presente en las notas de medios afines al oficialismo: el propio Ejecutivo, que al tratarse de Rusia puede exaltar una postura de reclamo y tensión por ser un rival ideológico, está desfinanciando la ciencia argentina en la Antártida, que es lo que más presencia le puede dar a nuestro país en esa región. De hecho, la Ley Bases incluye la posibilidad de disolver el Instituto Antártico Argentino.
-¿Cómo ve este nuevo foco de conflicto y qué se sabe hasta el momento?
-Cuando estuvimos en la Secretaría era de Malvinas y la Antártida Sur, por lo que es un tema que trabajamos mucho. Hasta el momento la información es todavía muy difusa, y no está muy claro qué es lo que descubrieron los rusos, si es así. Y si lo pasan solo como algo científico.
-¿Qué marca el Tratado Antártico?
-El Tratado fue suscripto originalmente por aquellos países que tienen reclamo de soberanía en la Antártida, entre ellos la Argentina, Chile, Reino Unido y en aquel momento la URSS. La suscripción del Tratado tiene varios artículos, algunos prohíben totalmente la explotación militar y económica de la Antártida, salvo lo turístico, con muchos cuidados. Solamente permite las actividades científicas. El hecho de que impida que haya actividades militares, no significa que no haya militares, de hecho las bases están custodiadas y desarrolladas por las Fuerzas Armadas. El artículo 4 dice que aquellos países firmantes del Tratado (porque después se incorporaron unos 40 países más), no renuncian a sus reclamos de soberanía. Mientras tanto se acuerda en que se puede investigar.
La Antártida y el futuro que es hoy
-¿Qué le genera esta situación? Tratándose además de la región más prístina del planeta y el interés geopolítico.
-Esto pone en relieve la importancia de la Anártida en múltiples perspectivas a futuro. Es una de las reservas de agua dulce y de biodiversidad más importante del mundo, junto con la del Atlántico Sur. Está claro que hay recursos minerales y acuíferos, si bien no lo conocemos en detalle, y la Argentina es el país con más bases en la Antártida, y la Orcadas es la base permanente de mayor antigüedad que existe en el continente. Muchas de esas bases sirven para la investigación científica. Esto claramente marca que el Atlántico Sur y la región antártica y subantártica son (como se ve con la pesca y los buques militares) zonas de preocupación y presencia de las grandes potencias. No a futuro, eso ya está pasando ahora.
-Cómo se encuentra la legislación nacional en cuanto al tema?
-La Argentina consiguió una victoria diplomática muy importante con ley que elaboramos en el último gobierno que postuló la delimitación exterior de la plataforma continental argentina, que tiene mucho que ver con esto. Se sabe que hasta las 200 millas la Argentina es propietaria del fondo marítimo y de la columna de agua. En ese momento el Congreso dice por unanimidad que esa plataforma se extiende al territorio de Malvinas, Georgia e Islas Sándwich, con lo cual pasamos a ser el segundo país del mundo en extensión continental, no tenés derecho sobre la columna de agua pero sí sobre el fondo, con esa extensión el país pasa a ser dos veces más grande en su plataforma respecto a la Argentina continental.
-Esa presencia de recursos naturales y estratégicos explica la presencia acelerada de las potencias en la zona.
-Te explica por ejemplo por qué los británicos están en Malvinas, no están para defender a 1500 isleños, sino por esto, por el acceso a la Antártida, al corredor bioceánico y a la riqueza del Atlántico Sur, hoy una de las disputas globales más importantes es en esta zona en la que estamos. Se puede reflejar en los pesqueros chinos, españoles, coreanos, taiwaneses, que están por la zona; en esta presencia británica con una base militar totalmente desproporcionada respecto al poderío militar argentino y de los otros países americanos. No son solo las pesqueras. En el norte de las islas Malvinas los británicos avanzan con la explotación hidrocarburífera de la cuenca Sea Lion, en una región totalmente argentina, y ellos están usurpando porque es parte de nuestra plataforma continental.
-¿El Tratado tiene fecha límite?
-No, es un mito eso de la fecha límite, no tiene fecha de caducidad. Lo que tiene es periódicamente la discursión de la reglamentación del Tratado, es explícito de que todo lo que se hace es por unanimidad. Si un país dice que no, no puede modificarse.
-En ese marco, una petrolera menos aún no podría explotar la zona
-No puede avanzar de ninguna manera, porque está prohibida en esa zona la explotación de recursos naturales. La única actividad comercial contemplada es la turística. Esto es taxativo. Lo que es difícil, y hace falta más información de este último caso de Rusia, es qué tipo de exploración hicieron, si es científica (o económica). Porque Argentina también hace exploración fisiologica, y tenés biólogos, pero no se puede hacer explotación económico y es obligatorio que cualquier información científica que descubras sobre la Antártida se comparta.
-¿Y cómo ve la posición del gobierno argentino en esta situación?
-Lo que es una cuestión gravísima del gobierno de Milei es haber bajado la atneción respecto del reclamo por Malvinas. La política de Milei está emparentada con la política de relaciones carnales que le permite a los británicos avanzar sin ningún tipo de dificultad en la apropiación de los recursos que son de los 45 millones de argentinos. Ahora tenés la ampliación de la Zona de Exclusión de Pesca que Reino Unido hizo unilateralmente en esa región, sobre territorio argentino. Tuviste la visita de Cameron, y otro tema de los más graves para la Asrgentina es la construcción en Malvinas de un puerto de aguas profundas, que va a ser el acceso a la Antártida con fines económicos, obviamente sin autorización argentina.
El petróleo y las Malvinas
«A todo esto se suma lo que hablábamos de que Reino Unido tomó la iniciativa con la cuenca petrolera», acota el ex ministro de Ciencia. Y continúa: «Nosotros tomamos este tema muy fuertemente hace diez años, cuando cambiamos la ley de explotación de hidrocarburos en Argentina por este tema, declarando un delito penal la exploración de hidrocarburos en territorio argentino sin autorización del gobierno argentino. Hasta ese momento era solo un delito económico. Esa iniciativa, que fue de Pino Solanas y acompañamos, originó que iniciáramos desde la Cancillería que conducía Timerman, por primera vez en la historia un juicio penal a dueños de estas empresas británicas y una italiana (ahora se incorporó la israelí Nativa) que estaban en la exploración de Sea Lion. Permitió que embargáramos a esas empresas, con pedido de detención de sus directivos. Algo inédito».
-¿Y en qué quedó esa iniciativa?
-En el gobierno de Macri se desestimó, y hoy en día no se está continuando con el esfuerzo de penar a empresas que están allí. Nativa de hecho invirtió mayores recurosos, porque ven que el gobierno argentino no hace nada. La política de Milei es una especie de Síndrome de Estocolmo. Esta idea de que si vos te portás bien y le sonreís y hacés negocio con los británicos entonces ellos en algún momento van a negociar por Malvinas; cuando la realidad de enclaves coloniales que se fueron independizando como Hong Kong muestran que justamente son las políticas firmes las que determinan la necesidad de negociar. Más teniendo en cuenta que Argentina tiene apoyo de casi todo el mundo. Y últimamente los británicos están perdiendo acompañamiento de la Union Europea a partir del Brexit.
-¿Cómo queda parada la Argentina en la Antártida en relación a lo científico?
-Es otro elemento clave. El Tratado deja a la Antártida solo para investigación cientifica, pero al destruir la investigación científica en la Argentina, como viene haciendo, el gobierno también destruye la investigación científica en la Antártida. De hecho el Instituto Antártico Argentino (IAA), que depende de Cancillería y que funciona en la Universidad Nacional de San Martín, queda supeditado, de acuerdo a la ley Ómnibus para la disolución. Justamente hechos como este de Rusia demuestra la importancia de invertir en investigación. En el gobierno anterior construimos por primera vez en 50 años tres bases científicas nuevas argentinas. Porque de las 13 bases que había, solo 3 eran científicas. Y hoy están desfinanciadas como el resto de las obras, por ejemplo una muy importante en la Isla de los Estados. No olvidemos que en la época de Macri llegó a reducirse a la mitad la cantidad de científicos que iban cada campaña a la Antártida.
-¿Y hoy cómo se encuentran los intereses de la región en esa zona?
-Los intereses en la región están muy cruzados. Argentina, por ejemplo, hace años propone en la Península Antártica un Área Marina Protegida, protegiendo aspectos como el avance de la pesca, porque se está terminando el krill, y eso está destruyendo al resto de las especies, es un problema gravísimo de biodiversidad y no lo estamos logrando. Firmamos acuerdo de apoyo mutuo con la mayoría de la Union Europea, pero esa mirada ambiental que compartimos con ellos no es la que tienen las grandes potencias.