Una propuesta alternativa al orden político y económico internacional

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Por: Daniel Filmus.

En menos de una semana y en tres escenarios distintos, Cristina Fernández de Kirchner tiene la oportunidad de plantear con profundidad una mirada y una propuesta alternativa al actual funcionamiento de la economía y el orden político internacional.

En el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, nuestra presidenta ubicó el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas como una problemática colonial, no sólo de índole bilateral o regional, sino de carácter global. Esta problemática, según planteó Cristina, responde a un modelo de funcionamiento donde algunas naciones poderosas parecen tener el derecho de no cumplir con las resoluciones de la ONU, mientras que, por la misma razón, otros países son invadidos por potencias extranjeras. La demanda por una institucionalidad intergubernamental más igualitaria y justa ocupó un lugar central en este planteo.
En el caso de la Conferencia Río+20, la Argentina propondrá profundizar la idea de generar las condiciones para promover un modelo de desarrollo sustentable y con justicia social, frente al paradigma del capitalismo financiero y depredador que hoy hegemoniza el crecimiento de los países centrales. Ello implica que las naciones con mayor responsabilidad en la degradación ambiental del planeta asuman el compromiso de realizar los aportes necesarios para evitar la continuidad del deterioro del hábitat que sufrirán principalmente, tanto los sectores más pobres del planeta, como las futuras generaciones. Además, se buscará evitar que conceptos como el de “economía verde” sean utilizados para levantar barreras aduaneras arbitrarias frente a las exportaciones de los países en desarrollo.
Sin embargo, el contexto del G-20 es el que permitirá que Cristina plantee con mayor profundidad las características que debe tener un modelo de desarrollo alternativo, que haga posible emerger de la actual crisis financiera internacional, sin profundizar las condiciones de pobreza y exclusión de grandes sectores de la población mundial. Es verdad que las crisis pueden significar en muchos casos una oportunidad. Pero en la actual coyuntura, esta oportunidad volverá a ser desaprovechada si se utilizan las mismas recetas que nos sumergieron en la situación actual. Parafraseando a Einstein, no se pueden esperar resultados distintos si se repiten las mismas acciones. Por eso, nuestra presidenta afirmará con convicción que no se puede emerger del presente caos económico global con más ajuste, recorte o flexibilización laboral. Medidas que se vienen aplicando desde el Consenso de Washington en adelante con resultados que están a la vista. Por el contrario, seguramente propondrá que para revertir la actual crisis es necesario aplicar políticas que favorezcan el crecimiento, el empleo y la redistribución del ingreso, para lo cual es imprescindible apuntalar el rol del Estado en la conducción del proceso. También planteará la necesidad de prescindir del papel de las calificadoras de riesgo que confirman a diario el fracaso de sus diagnósticos y terminar con la exigencia de la liberalización de los mercados en los países en vías de desarrollo, negando el proteccionismo que ejercen los países centrales a través de diferentes estrategias que restringen la entrada de nuestros productos.
La solidez de la propuesta argentina que transmitirá Cristina se sustenta en tres pilares incuestionables. En primer lugar, la experiencia de la aplicación de las políticas neoliberales en la Argentina, que algunos líderes quieren implementar en los países que hoy están en graves dificultades, desembocó en la crisis económica, social y política más importante de las últimas décadas. En segundo lugar, las estrategias alternativas que se proponen vienen siendo aplicadas en nuestro país, con éxito, desde  2003 en adelante, y significaron un proceso de desarrollo sostenido con crecientes niveles de justicia social, que demuestran una poderosa capacidad de resistir a la debacle internacional. Por último, la fortaleza que implica el creciente proceso de integración regional y el acuerdo con la mayor parte de los países en vías de desarrollo respecto de la necesidad de que no se descarguen sobre sus espaldas las consecuencias de la crisis generada en los centros financieros mundiales.